El vigilante invisible : El vigilante de la finca sale de la garita y recorre
la zona interior recogiendo los juguetes y las bicicletas que los niños han abandonado.
Ya se lo he visto hacer varias veces. Hoy pasa junto a un balón de baloncesto
sin prestarle atención. Me sorprende que no lo aparte con una patada cargada de
intención o que no lo coja con las manos e intente ese lanzamiento que en
nuestra cabeza nos separa de la fama. A cualquier otro, menos veterano, le habría
bastado con ver el balón para abandonar la garita y convertirse durante unos
segundos en el protagonista de una de esas pantallas en blanco y negro a las
que envían su señal las cámaras de vigilancia del edificio.
domingo, 30 de noviembre de 2014
sábado, 29 de noviembre de 2014
El fin de la tregua estelar
El fin de la tregua estelar : Por lo que veo,
el armisticio entre las tropas del lado oscuro y las de la Alianza se ha
firmado en el Carrefour de Alcobendas. En un pasillo está Darth Vader y en el otro las naves
de Lego que apoyan a la República sin que exista ningún problema entre ambos
bandos. Hay un serenidad de pueblo suizo recién nevado envuelto todo por el olor
de pollo asado que llega de la zona de comida preparada. Tal vez las dos
partes han descubierto que no merecía la pena luchar, dejando el simulacro de batalla para la publicidad: por cada uno que caía, había un proveedor
detrás que lo reemplazaba.
Pero debe haber un mínimo. Colocar
a Darth Vader junto a un cartel de Super Precio supone alentar un movimiento de venganza entre los que no
queremos que parte de nuestra infancia quede así de rebajada.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Nadie te conoce mejor que tus objetos
Nadie te conoce mejor que tus objetos : Junto a una robusta puerta de madera, por la que
podría pasar un carruaje, hay apoyada una ligera bicicleta blanca protegida por
un cierre rosa. La puerta y la bicicleta podrían abrirse con la misma llave,
que funcionaría con una u otra según una ley que solo los objetos conocerían, siendo
ellos los que, al verte subir por la calle, decidirían lo que más te
conviniese. Si subir a tu casa o dar una vuelta por el barrio a esa hora en la
que la gente se deja llevar sin nada que comprar, arrastrados por la corriente
de esta tranquila luz.
jueves, 27 de noviembre de 2014
El truco está en no creer
El truco está en no creer : Tres veces repite Lucía un truco de magia sin
conseguir dar con la carta que he elegido. Le animo a que vuelva a intentarlo
otra vez porque me gusta mucho ver cómo va siguiendo todos los pasos
metódicamente. No le digo que tiene manos de maga porque está en la edad en la
que a veces reacciona al halago como a un insulto aunque yo también, antes de
decirlo, repase mentalmente la situación hasta encontrar el momento justo. Pero
dice que no va a haber una cuarta vez. Mira las cartas y se mira las manos como
si al final lo que faltara ahora fuera esa magia en la que no creen lo
auténticos magos.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Hay que saber cuándo un día llega a su borde
Hay que saber cuándo un día llega a su borde : Miro el reloj justo cuando marca las 22:22. Los
mellizos ya están en la cama, María ha salido a cenar con una amiga y mi forma
de aprovechar el tiempo que tengo para mí es fijarme en el reloj justo cuando
señala las 22:22 y decirme mira, las 22:22. Podría seguir con la cuarta
temporada de “Shameless” o continuar con “Incógnito” o cerrar una obra de
teatro que lleva atascada mucho tiempo o añadir un nuevo post al blog para ver
si así se derrumba y entierra mi empeño. Todo tiene un buen motivo para que me
ponga en acción, pero nada puede compararse con la tranquilidad de mirar un
reloj porque sí y ver que ofrece una secuencia de cuatro doses. Después de esto,
lo mejor sería marcharse a la cama y contarlo así en alguna reunión, hablando
de esas cosas que se deberían haber olvidado pero que ocupan la peana destinada a los cumpleaños importantes, los aniversarios o las frases significativas. No recuerdas
la fecha de tu boda, pero puedes hablar de ese día en el que en un reloj dieron
las 22:22 y te marchaste a la cama inmediatamente después, casi corriendo, para
que las 22:23 te pillara ya con el pijama, cubierto con la manta y esperando el
sueño. Entonces es posible que en esa reunión alguien sepa ver lo que ahora yo
no percibo y descubra que hice bien en cerrar ahí la jornada porque hacer demasiadas
cosas en un día es como cargar de más una maleta: las cosas acaban arrugadas y
peleando por salir.
martes, 25 de noviembre de 2014
Faltaba el icono de diluvio en la app del tiempo
Faltaba el icono de diluvio en la app del tiempo : La lluvia es tan intensa que no dejo de recular
ante ella. Primero me protejo bajo un pequeño toldo, después me refugio en una
cafetería italiana y, viendo que la violencia de la lluvia arrecia, me escondo
en el cuarto de baño de la cafetería. Es un lugar limpio, blanco, con el rollo
de papel por estrenar. Un buen sitio para recogerse: me recojo. En el pequeño lavabo
froto con agua mi alma para tratar de quitar las manchas que todavía salgan. No
muchas. Algo es algo. En la cartera, ni un billete. En los bolsillo, ni una
moneda. No sé si con la tarjeta se pasará la laguna Estigia. Mando unos cuantos
mensajes. Borro el mail y casi todo el WhatsApp, por eso de que hay que partir
ligero de equipaje, y actualizo el sistema operativo porque ya me va a dar
igual que sea inestable o no. Para ser el último café, estaba muy bueno. Vigilo
la rendija de la puerta, esperando que el agua empiece a subir. Los demás
morirán en Madrid, pero yo lo haré en Venecia.
lunes, 24 de noviembre de 2014
Esas redes que izarán otros
Esas redes que izarán otros : En “Yo”, un
libro que le regalamos para que aprenda a dar rodeos sobre sí misma, Lucía va
respondiendo a preguntas como: ¿qué no has hecho todavía?, ¿qué te aburre?,
¿qué nombre te hubiera gustado tener?, ¿qué tiempo hace ahora mismo?, ¿qué hora
es?, ¿qué te hace especial? o ¿crees que el universo es infinito o se acaba en
algún sitio?. Hoy se lo ha llevado al salón para continuar escribiendo en él y
cuando se marcha a dormir dudo si debo abrirlo para leer algunas respuestas.
El instinto de conservar algo de lo
vivido ya existe con diez años. No es constante, pero a veces los mellizos sienten
la necesidad de escribir lo que han hecho un día con una dedicación que me
sorprende porque jamás les he recomendado que lo hagan. Cierran la puerta, se
sientan bien en su silla, cogen un cuaderno (no valen hojas sueltas) y se ponen
a escribir como si bordaran. En lo que nos han enseñado, ninguno se limita a la
mera descripción objetiva, añadiendo sus sentimientos frente a lo sucedido.
Sinceramente, no sabría si
animarles o no a ser más regularles si me lo preguntaran. En el fondo, todo es una
cuestión de lucha contra la memoria y con diez años quizás sea mejor que lo que
quede sea lo que ella retenga, sin más. Con más años, el motivo es más
evidente, como escribe Christa Wolf en “Un día del año”
“Pero ¿por qué describí también el
27 de septiembre de 1961? ¿Y todos los 27 de septiembre siguientes, hasta hoy,
y eso a lo lardo de cuarenta y tres años, más de la mitad de mi vida? No soy
consciente de todas las causas que lo motivaron, pero puedo mencionar algunas:
en primer lugar mi horror al olvido, que, como he observado, se lleva consigo
sobre todo la vida cotidiana, que tanto aprecio. ¿Adónde? A eso, al olvido.
Caducidad e inutilidad, hermanas gemelas del olvido. Una y otra vez me veo (y
me veré) confrontada con ese inquietante fenómeno. Yo quise escribir para
combatir esa incontenible pérdida de existencia: al menos un día de cada año
debería ser un sólido pilar de la memoria: puro, auténtico, descrito sin
intenciones artísticas, lo que viene a significar entregado al azar y a merced
de él. Yo no podía ni quería marcar el curso de lo que me aportaban esos días
casuales; así hay días aparentemente fútiles junto a otros “más interesantes”;
no me estaba permitido evitar lo banal, ni buscar, y mucho menos escenificar,
lo “importante”. Empecé a esperar con cierta expectación lo que me aportaría,
en el año en que me encontraba, ese “día del año”, como pronto empecé a
llamarlo. Los apuntes se convirtieron en una obligación, a veces deleitable, a
veces molesta. También se convirtieron en un ejercicio para combatir la pérdida
de realidad”
Sin finalmente no abro el libro de
Lucía para leer sus respuestas es por una cuestión de superstición. Temo que al
hacerlo pierda el impulso que la lleva a ir completando cada hoja y acabe
abandonándolo: en el futuro, ante las preguntas sin respuesta es posible que se
dirija a nosotros para saber aquello que tampoco registramos por simple pereza.
domingo, 23 de noviembre de 2014
También los muertos brindarán con nosotros
También los muertos brindarán con nosotros : En el muro, un mariachi dibujado sin rostro (tu cara
aquí), sostiene con la mano derecha un pequeño vaso de cristal con el que
recoge las lágrimas de diferentes colores que van cayendo verticalmente. El rostro
que veo ahí es el del primo de mi padre, que, además de a los libros y al cine,
eran un gran aficionado a todo lo mexicano. Su influencia no era erudita, sino
pasional: te iba contagiando poco a poco, en las palabras justas, en los
márgenes de los silencios, en la celebración de una buena comida o un buen
tequila. Por su culpa, mi atención siempre se fija en el artículo que habla de
México, en la serie que selecciono sobre otras o en el libro que me llevo del
Rastro. Más que lo que decimos, compartimos o logramos, lo que más perdura tras la
muerte son los gustos. Son la forma más directa de conectar con ellos, pidiendo
el mismo vino, regresando a esa película especial o llenando el chupito con el tequila
de costumbre para después levantarlo con el brindis.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Los dueños del sábado
Los dueños del sábado : La amistad es
esto, ir a ver sin dudar “Sinsajo”, la tercera parte de una trilogía, sin
conocer las dos anteriores. Daniel me mira de forma extraña cuando le pregunto
si está seguro de querer que lo lleve al cine. Le explico que es posible que no
entienda bien de qué va la historia, que se pierda, que se le haga larga. La
respuesta para cualquier objeción es que van a ir sus dos mejores amigos.
Así que vamos al centro comercial y
lo dejo, bien acompañado, en el cine.
Me doy un paseo mirando los
escaparates de las tiendas. Me acuerdo de un párrafo de “Los primos”, un cuento
de Charles Baxter.
“Esa noche recorrí varias manzanas
hasta un pequeño mercado de barrio, donde robé una manzana Royal Gala, que me
metí en el bolsillo de la chaqueta, y un ramo de flores, con el que me paseé
por la calle, empuñándolo en alto con ostentación. Si se pone la cara adecuada,
se puede robar cualquier cosa. Era algo que había aprendido en mis clases de
interpretación. Llevaba dinero de sobra en la cartera para comprar lo que
quisiera, pero por lo visto se imponía robarlo. Era una necesidad emocional.
Guardé la manzana en la maleta y usé las flores en el lavabo de la habitación
del hotel antes de llenarlo de agua. Me di cuenta, tarde, de que no había
manera de que las flores llegaran a casa sin mustiarse”
No es difícil dar con esa necesidad
emocional: no tener que pagar por algo de lo que te consideras dueño. Pero el
auténtico resto sería plantarse delante de la cajera y decirle que no vas a
pagar, esperando que ella reconozca que esa manzana que te llevas, justo ésa, o
el libro que has elegido, justo ése, siempre han sido tuyos.
Si los tres amigos se hubieran
quedado mirando al que les pedía las entradas, éste habría visto que esa
película y esta tarde de sábado les pertenecían de una forma tan clara que lo
más honesto hubiera sido dejarles pasar sin pagar.
viernes, 21 de noviembre de 2014
Son necesarios unos segundos sin música para diferenciar dos canciones
Son necesarios unos segundos sin música para
diferenciar dos canciones : Me
gusta detenerme frente a los negocios abandonados hace ya tiempo. Por lo que
veo en éste, una cadena aseguraba con varias vueltas el cierre metálico a un
elemento ya desaparecido. Tal vez un árbol o un poste. Lo normal sería pensar
en una quiebra, pero no hay que ponerse tan trágico: quizás el dueño se cansó,
tuvo una idea mejor o, simplemente, quiso cambiar de vida. Desde entonces, de
vez en cuando se pasa por aquí para recordar el momento en el que tomó una
decisión acertada y dejó de vivir en un lunes de siete días. Para asegurarse de
que nada cambiaba, no dudó en pagar el alquiler del local cuando, tiempo
después, el arrendador le comentó que volvía a haber alguien interesado.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Es más fácil ser paciente mientras se duerme
Es más fácil ser paciente mientras se duerme : Primero buscamos en todos los cajones las pilas que
el nuevo coche necesita. Aparecen algunas sueltas de las que sospechamos como
de los calcetines sin pareja. Después hacemos un inventario de todos los
aparatos con pilas de los que podemos prescindir hasta que vayamos a la compra.
Somos exhaustivos como guardias revisando las celdas de una cárcel, pero ninguno
tiene el tamaño de pila que necesitamos. Cuanto más se alarga la búsqueda,
mayor es la decepción cuando tenemos que admitir que hoy no vamos a poder
probarlo. Una criatura perfecta a la que solo le falta, como a Frankenstein, la
energía de un rayo para vivir. Encuentro entonces un perro hecho con chapa
metálica con una cola, enrollada como la lengua de una mariposa, que podría
estirar para pegarla al coche, sacarlo a la terraza y esperar a que la noche
empeore, se cubra de nubes y alguna descarga le transmita al coche la fuerza que necesita. Lo detallo muy bien. Les enseño la cola del perro. Consulto en
el iPhone el tiempo de esta noche. Les hablo de Frankenstein. Percibo entonces
la diferencia entre la verdad científica y la literaria: no rozo los mínimos
necesarios de verosimilitud para que todos se unan a mi proyecto. En vez de
eso, miran la hora a la que abren los supermercados y coinciden en que es más
fácil ser paciente mientras se duerme. El más beneficiado de todo esto es el
perro, que se va a pasar toda la noche junto a la caja del coche, decidiendo
cuál es la rueda sobre la que primero va a orinar para demostrar quién manda
aquí.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Una columna vertebral de puntos luminosos
Una columna vertebral de puntos luminosos : Cuando la dependienta me pregunta cómo quiero el café
pienso que así, anocheciendo, con las luces del edificio que se está
construyendo encendidas formando una columna vertebral de puntos, con unas
nubes que van disolviendo los últimos rayos, con la silueta de los árboles en
el camino que lleva al parque, con mi madre y los mellizos en una mesa,
merendando, sin sitio para mí porque no quedan sillas libres en la cafetería, con
un hueco en la barra a mi disposición, con el periódico a mano, con un artículo
de Leila Guerriero sobre la eutanasia, otro sobre Morgan Freeman, otro sobre la
lesión de Modric, con tiempo para leerlos sin prisa, pasando por cada uno como
el que sigue dando vueltas con la segadora por un césped que ya está listo
mientras unas manos femeninas van dejando los platos de la cena en la mesa.
martes, 18 de noviembre de 2014
Yo y mi porcentaje
Yo y mi porcentaje : En una reciente
exposición del V Congreso de Mentes Brillantes, Ramón Cacabelos afirmaba que
solo el 26% de la población española responde adecuadamente a medicamentos
convencionales, mientras que al 74% restante o bien no le hacen nada o resultan
perjudiciales. Rota mi fe en el 100% de efectividad de los medicamentos, y, ya
por añadidura, en el 100% de cualquier cosa, ando desde entonces sospechando de
todo. Hasta de mí mismo como animal racional: me gustaría conocer, en
porcentaje, qué parte de nuestra vida es racional y qué parte no es sino un
dejarse llevar, sabiendo que con un 100% de racionalidad sería imposible
sobrevivir al día a día.
Los ravioli de la cena, por
ejemplo, son una prueba de fe: en que están rellenos con lo que afirma la caja
y en que no van a tener efectos secundarios. Un comportamiento totalmente
racional me habría llevado a exigir un estudio independiente, incluido en la documentación
de la caja, en el que se comprobara lo afirmado por la empresa fabricante y,
adjunto a éste, otro sobre los posibles efectos secundarios de un ravioli
relleno de ternera.
Un hombre cien por cien racional,
en fin, habría dejado sin cena a los mellizos con el argumento de que como
padre responsable no podía darles de comer algo de lo que no estaba
completamente seguro. Afortunadamente, los ravioli tardan muy poco en estar
listos y para cuando he terminado mentalmente mi razonamiento, empezado en el
momento en el que el agua comenzaba a hervir, los mellizos han acabado ya con
sus platos. Pienso muy despacio. Además, puestos a sospechar de todo, quizás no
sea necesario alcanzar el cien por cien de responsabilidad para ser un buen padre.
lunes, 17 de noviembre de 2014
Blancas cofias de papel
Blancas cofias de papel : ¡Pero!: en la cocina, una bandeja de cartón con un falso
bordado de papel sobre el que hay varios donuts cubiertos de chocolate negro y
de chocolate blanco. Me gusta mucho ese bordado de troquel, bordado industrial,
bordado en serie. Si estuvieran en una simple bandeja, cogería uno de ellos,
pero me detengo pensando que están ahí para agasajar a alguna visita
imprevista. Al salir de la cocina me doy cuenta de que esos donuts son parte de
la merienda que María les ha llevado a los niños hoy. Pienso en un picnic
inglés, con té, en algún parque cerca del colegio, señoritas con cofia de papel,
un conejo corriendo con un reloj en la mano, la portada de un disco de los
primeros Génesis, un partido de criquet. Salgo por una puerta de la cocina y
cuando llego a la otra, llamo suavemente, la abro, digo “just passing by”, y
cojo uno de los donuts pensando que tengo que encontrar a qué portada llevar a
los mellizos de merienda para superar ésta.
domingo, 16 de noviembre de 2014
A los pies de grandes rascacielos
A los pies de grandes rascacielos : La
zona dedicada a libros de la FNAC cada vez es más reducida. La única sección
que ha aumentado su espacio es la infantil, porque todavía los mismos padres
que pirateamos todo lo que sale pensamos que se debe aprender a leer en un
libro, no en ese Kindle en el que hemos descargado todas las novedades.
Esta vez me acerco a buscar un
libro que sirva de introducción a la literatura: “Veinte mil leguas de viaje
submarino”. No encuentro ninguna edición ilustrada que le ayude a un niño de
diez años a sumergirse en la historia, como hizo conmigo aquella serie de Bruguera.
Solo hay colecciones sobre misterio, fútbol, magos, monstruos, alumnas en
institutos, diarios y zombies. Lo mismo que, añadiendo algo de sexo y sangre,
se vende en la sección de adultos.
Me salgo sin el libro, aunque es
posible que, de haberlo querido, hubiera podido hacer un apaño con alguna
versión de Gerónimo Stilton con olores, una figura de merchandising del capitán
Nemo o, incluso, algún videojuego basado en el libro para todas las consolas.
Solo queda la opción de bucear por
Amazon para buscar lo que ya no se encuentra en la superficie. Una lástima. Una
lástima porque de la antigua FNAC me gustaba hasta el paseo que daba antes por la
zona de AZCA, con esos grandes edificios en los que siempre había una oficina
que recibía toda la luz del sol. Ese silencio me iba preparando para el recorrido
posterior entre las últimas novedades como esos tiempos de fe colegial en los
que caminaba por el pasillo de la iglesia para recibir la comunión.
sábado, 15 de noviembre de 2014
Una hucha que dilapidar
Una hucha que dilapidar : A la estética
le va lo dulce. Solo hace falta abrir la caja de galletas y mirar cómo están
dispuestos los diferentes tipos, cada uno en su envoltorio de papel. Antes de
que Daniel coja una de ellas, le digo que tiene que esperar a que les haga unas
cuantas fotos. Primero comen los ojos. Después, cuando en la caja ya no quede
ninguna galleta, vendrán las palabras, que contarán que Daniel eligió la caja
por el dibujo de los árboles que tenía.
Entre un momento y otro, nos iremos
comiendo las galletas a cualquier hora. En la caja no hay instrucciones de uso,
así que haremos como nos apetezca. Bastará con acercarse por la cocina, abrir
la tapa y coger una. Es el acto opuesto al de dejar una moneda en una hucha
para los malos momentos, privándonos del placer presente para garantizar la
seguridad en el futuro. ¡Qué coño de seguridad!. Vaciaremos esta hucha galleta
a galleta, invirtiendo lo sacado justo en ese presente en el que, sin salir de
la cocina, ya nos hemos metido la galleta en la boca y la estamos disfrutando.
Y esa sonrisa de complicidad si al sonido de la tapa al abrirse se asoma el
otro a la cocina.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Por las ramas de la filosofía
Por las ramas de la filosofía : Las diez hojas que le quedan al árbol parecen una
forma de resistencia ante una partida que ya debería dar por perdida. Quizás
otros años ha sido de los primeros en deshacerse de ellas, pero éste, por
primera vez, le ha entrado la duda sobre la llegada de la primavera: que haya
sucedido hasta ahora no garantiza que en unos meses vuelvan a aparecer las
nuevas hojas. Bien podría quedarse en lo que es ahora. En ese caso sería bueno
conservar estas diez hojas.
jueves, 13 de noviembre de 2014
Es mejor rey el que espera hasta el final
Es mejor rey el que espera hasta el final : También en el tema de los regalos de navidad hay
hormigas y cigarras. Las hormigas están ya realizando las compras: encuentran
sin problemas dónde dejar el coche en el aparcamiento, suben a la superficie por
una escalera mecánica vacía, nos les cuesta nada conseguir que una dependienta
aclare sus dudas, hay suficiente stock de lo que pidan y, pagado todo sin
esperar cola, el rollo de papel de regalo que se ofrece a los clientes para que
envuelvan sus compras está entero y, lo fundamental, hay suficiente papel de celo. Sin embargo, la hormiga tiene que reconocer que estas compras
fáciles, plebeyas, pierden parte de su valor. Los artículos que ya están en el
maletero del coche los habría disfrutado mucho más la cigarra tras haber visto
que el tiempo se le echaba encima y que no le quedaba otra solución que moverse
de tienda en tienda y repasar todas las estanterías para adelantarse a los
demás en centros comerciales abarrotados, con dependientas desbordadas y un
ambiente de lucha general en el que el trofeo, por difícil, conseguiría valer
el triple que ahora.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Dos formas de ampliar el universo
Dos formas de ampliar el universo : Hoy,
12 de noviembre de 2014, la sonda Philae, aterriza en el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko.
Correcto. Parece que, en una imagen que quedaría bien en una viñeta de Ibáñez, ha rebotado unas cuantas veces antes de
quedarse quieta: nada serio. Me asomo a la terraza para pensar unos segundos en
lo grande que es el universo, en lo poca cosa que somos y en que para llenar
ese vacío hemos creado las croquetas de jamón, loadas sean.
Yo también tengo mi sonda
particular. Un pequeño trípode que nunca he utilizado y que se va moviendo de
un lado para otro en el cuarto de los libros siguiendo su propio programa. A
saber. Hoy, por ejemplo, mientras ahí arriba Philae empezaba a mandar datos de
la superficie del cometa, la mía se ha posado en “La literatura en peligro”,
de Tzvetan Todorov. Por lo que se ve, sin saberlo he estado realizando órbitas más y más pequeñas alrededor de este libro hasta
que ha llegado el momento de, imitando al trípode, aterrizar y leerlo.
Dice Todorov: “Si hoy me pregunto
por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a la
cabeza es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido, como en la adolescencia, que
me evite las heridas que podría sufrir en mis contactos con personas reales.
Más que excluir las experiencias vividas, me permite descubrir mundos que se
sitúan en continuidad con ellas y entenderlas mejor. Creo que no soy el único
que la ve así. La literatura, más densa y más elocuente que la vida cotidiana,
pero no radicalmente diferente, amplía nuestro universo, nos invita a imaginar
otras maneras de concebirlo y de organizarlo”.
martes, 11 de noviembre de 2014
La consagración del silencio
La consagración del silencio : La cruz encendida en lo alto del tejado de la iglesia
recuerda que Dios está presente las veinticuatro horas del día y que ahí, como
en una farmacia de guardia a la que se acude de noche para lo urgente, te puedes
encontrar a un cura dispuesto a responder las preguntas directas, las que
arrinconan. Me imagino a un hombre delgado, de los que cierran los ojos para
darse una vuelta por su desierto particular, con argumentos duros contra los
que el diablo se enfrenta para afilar los suyos y luego marcharse a plazas
menos exigentes. El tipo que antes de que empieces a hablar se marcha a por una
botella de vino, sirve dos copas y respeta el silencio nocturno hasta que se
vacían.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Con las manos llenas de un Rastro vacío
Con las manos llenas de un Rastro vacío : Aunque es fiesta, en el Rastro sólo hay algunos
puestos de ropa, accesorios y cromos. La esencia. Daniel y yo paseamos sin
prisas, dedicándole a un puesto la atención y el tiempo que habríamos empleado
con cinco. Así es más fácil encontrar qué comprar : Tres chapas en éste, una
sudadera del Capitán América en aquél y cuatro euros en cromos de su colección
de animales en el último antes de marcharnos. Tan metódico es nuestro paseo que
nos detenemos para mirar, una a una, las sombras de los radios de una
bicicleta.
domingo, 9 de noviembre de 2014
La máquina del tiempo de madera
La máquina del tiempo de madera : Todas las figuras del futbolín son iguales. Solo
cambian en el uniforme: unas van pintadas de blanco y otras con rayas blancas y
rojas y pantalones azules. La ausencia de más detalles que las identifiquen con
una temporada en particular hace que sean intemporales. Son la esencia. Esa
falta de fidelidad afecta también al tamaño de las figuras, porque unas
deberían ser más grandes que otras. Illarra no es Ronaldo, cierto, pero esto no
es la Play. Todo lo que quieras añadir depende de ti. Puedes elegir la temporada
que quieras con absoluta libertad o mezclar años distintos. ¿Qué consola te
permite alinear a Buyo, Stielike, Juanito, Santillana, Redondo, Roberto Carlos,
Gordillo, Zidane, Guti, Butragueño y Xabi Alonso?. Un euro en la rendija y ya están
listos, esperando que les detalle una estrategia que se va a resumir en una
frase que siempre he querido decir : Salid y divertíos.
sábado, 8 de noviembre de 2014
Tres himnos en el corazón
Tres himnos en el corazón : Como se trata del Rayo Vallecano, el padre y el hijo
que suelen sentarse a mi izquierda en el Bernabéu les han cedido sus abonos a
la mujer y a la hermana. Antes del partido, la madre canta cada uno de los
himnos del Madrid que suenan en el estadio como si fuera el oficial. Yo ando
indeciso entre ellos, sin saber a cuál entregarme porque el nuevo todavía huele
a pintura, el clásico, a blanco y negro, y el intermedio me parece que supo
desde el principio que sería un himno de transición. Admiro la fe de mi compañera y se lo digo. Ella responde que así se divierte. A veces en
el campo se busca, más que juego, a personas así, que vuelcan la energía que
han acumulado en los partidos que no han venido y que a los habituales nos
falta. La jornada se da bien. El Madrid gana cinco a uno al Rayo y me alegro
por las dos : espero que lleguen a casa y dejen esos goles encima de la mesa de
la cocina como el que abre un paño para mostrar las setas codiciadas que han encontrado
en la parte del bosque por la que nadie se había interesado.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Deshojando el título
Deshojando el título : Al subirnos al
coche, el título de la película todavía se mantiene en equilibrio como una pila
de platos: inestable, pero en equilibrio. “Alexander y el día terrible,
horrible, espantoso, horroroso”. Las gotas en el parabrisas distorsionan las luces rojas de los
coches. Aunque ya es de noche todavía se pueden ver oficinas encendidas. Poco a poco van borrándose las palabras del título. Los coches que nos adelantan se saben el camino de memoria porque frenan antes de llegar a las señales que
anuncian el cambio del límite de velocidad. “El día horroroso”. Uno, dos, tres,
cuatro : en la parada del autobús, los móviles hacen más tranquila la espera.
Ya ni lo del día. La película en la que un canguro de mentira le pega en el
pecho con sus dos patas al padre de la familia. Cuando aparcamos en casa ya
está en ese grupo de películas que me harán decir “ah, ésa la vi” cuando la
pasen por televisión, incapaz de añadir nada sobre su argumento. Quizás alguno
de los mellizos recuerden más si este silencio del coche les ha servido para continuar dentro de la película un rato más.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Una aldea a la que retirarse
Una aldea a la que retirarse : No todos
tenemos un pueblo, pero a nadie nos falta una aldea. Hasta Sara, la profesora
de chino, tiene la suya en Clash of clans. Ante la insistencia de Daniel, abre
su bolso, saca su móvil, encuentra el juego y me la enseña, como el que muestra
las fotos de unas vacaciones entre vacas. Es la Eurovegas de las aldeas. No le
falta absolutamente de nada, quizás porque detrás esté algún inversor chino.
Daniel le hace unas cuantas preguntas técnicas mientras yo trato de calcular
los meses que me llevará lograr algo parecido. Desde que empecé con la mía, veo
la realidad como un conjunto de objetos susceptible de subir de nivel. Cojo el
amasador para la pizza y me imagino cuántas monedas estaría dispuesto a pagar
para mejorarlo a un elemento de defensa con el que romperle las piernas a un
pekka, por ejemplo.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
El hámster que quiso cerrar su propia historia
El hámster que quiso cerrar su propia
historia: Veo a Bernie tumbado sobre el algodón, fuera de la zona en la que
se ocultaba para dormir. No hace falta que lo golpee con un lápiz para saber
que esa inmovilidad es definitiva, pero aun así quiero comprobarlo antes de
abrir la jaula. Encontrarse con la muerte, aunque sea a esta pequeña escala, impone,
como ver por primera vez el mar a través de la rendija vertical de dos
rascacielos. En este momento me doy cuenta de que ya la esperaba. A su manera,
Bernie la ha ido narrando. Dejó de subirse a la rueda por las noches. Apenas
recorría los tubos de plástico. Prefería quedarse en la parte de abajo. Tardaba
mucho más tiempo en terminarse las barras de cereales y era normal que siempre
quedara algo en ellas. El bote de agua duraba más. A esto se añade que en los
últimos días no parecía prestar mucha atención a lo que pasaba fuera de su
jaula. Y esta noche, por fin, el último capítulo, en el que lo imagino
trasladando el algodón de donde dormía, debajo de la plataforma en la que
estaba el agua, a esa parte en la que sabía que iba a ser más visible, como
asegurándose de que lo supiéramos cuanto antes y el inevitable epílogo no se
extendiera demasiado.
Cuando lo saco me sorprende la
rigidez. Pienso entonces en esas piezas que los alfareros van trabajando con
sus manos y que responden a cualquier presión de las manos, por pequeña que
sea.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Cada luz tiene su amo
Cada luz tiene su amo : El frío, la
oscuridad de estos días en los que anochece pronto y una lluvia suave, de las
que te animan a prescindir del paraguas, hacen que la luz que sale de las ventanas
del polideportivo parezca más cálida. Los padres esperamos fuera. Las luces de
algunos móviles brillan, pero la mayoría de los padres preferimos dedicarnos a
esta espera sin atender a ese destello de piel de serpiente. Es un buen
ejercicio. Hay que atravesar estos minutos quieto, con el futuro tumbado a los
pies. No tarda mucho en abrirse la puerta por la que salen todos los niños de
las actividades deportivas arrastrando esa luz a la que nosotros ya no podríamos
volver.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Alguien tendría que forzar el maletero
Alguien tendría que forzar el maletero : Cerca del cajero veo otro coche aparcado con una
rueda pinchada. Parece que las buscara, podría anotar un psicoanalista, pero no.
El primer coche nos lo encontramos todas las mañanas junto a la salida del
garaje, donde está desde hace varias semanas. Azul, pequeño, con la rueda trasera
de repuesto colocada. Cada vez que paso a su lado intento buscar una historia nueva
que explique cómo ha acabado así y por qué el dueño no viene a por él. Quizás no
tenga dinero para reparar la rueda pinchada. Quizás sea un coche que atraiga la
mala suerte y ese pinchazo haya acabado con la paciencia del dueño. Quizás era
una apuesta si la gasolina sobrepasaba un precio. Todas las mañanas elaboro una
nueva teoría particular sobre el coche mientras me reafirmo en la general de
que la creatividad rueda a base de pinchazos. Quizás, es verdad, el dueño esté
en el maletero.
sábado, 1 de noviembre de 2014
Monstruos sin fecha
Monstruos sin fecha : Encontramos otra cara sonriente, esta vez en una acera.
Es Daniel el que me la describe. Aquí los ojos. Aquí la nariz. Dudamos sobre
qué parte sería la boca y al final decidimos que la tiene abierta y que se está
tragando colillas y restos de la celebración de Halloween de ayer. Nos cae bien
a los dos este monstruo de extraordinarias cualidades. No sabemos qué tipo de relación
hay entre las caras que vamos descubriendo, pero sí estamos seguros de que existe
porque cada vez resulta menos difícil dar con ellas en esta urbana expedición
por lo fantástico.
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