jueves, 31 de julio de 2014

La vida por campañas




La vida por campañas : Las dos chicas llaman a la puerta y, al ver que está abierta, entran en la oficina. Dicen buenas tardes. Dicen que han traído sus currículum. Deben tener unos veinticinco años. La más baja, morena, me tiende el suyo: dos hojas cogidas con un clip de líneas verdes y blancas. Me da las gracias cuando lo acepto. La otra dice que el suyo lo lleva en un pendrive y que no sabe si la dejaría imprimirlo. Le ofrezco mi mail para que me lo mande porque así tendrá un contacto en la empresa. Al escuchar mi nombre dice que me llamo como su padre, como su hermano. Las dos se despiden dando las gracias, sin preguntar si estamos demandando trabajo, si encajarían en la empresa, si podrían llamar unos días más tarde para saber nuestra opinión.

Cuando se marchan, leo el currículum. Ha estado prácticamente toda su vida laboral  en un Callcenter. Divide los años según las campañas que ha ido haciendo para grandes empresas. El 2010 sería el año de Iberdrola. Es un currículo muy específico con un perfil que nunca vamos a necesitar. Después de leerlo lo meto en un cajón. Unos minutos más tarde lo saco y lo rompo porque dejarlo abandonado entre más papeles me parece una falta de respeto. Creo que lo honesto es darle una respuesta directa, aunque tome la forma de un no que se va rompiendo en noes más pequeños. Tiro los trozos a la papelera. Un rato más tarde rebusco en ella y me quedo con el clip de líneas blancas y verdes aunque siempre use grapas.     

miércoles, 30 de julio de 2014

El dibujo indultado



El dibujo indultado : Una mujer de espaldas se gira lo suficiente para que veamos su hombro izquierdo y cómo sostiene en sus manos un tubo de crema. Es el único dibujo de la droguería que han respetado. Supongo que lo que ha frenado a todos los que se han acercado para dejar su firma también en éste es el cuidado con el que la mujer agarra el tubo. También nos sostuvieron así. 

martes, 29 de julio de 2014

El cuidado de las algas




El cuidado de las algas : Las tiras amarillas de la fregona están secas y duras, como fettuccine. La mujer que nos hace la limpieza de la casa nos dejó antes de irse de vacaciones, como siempre, una hoja con los productos que teníamos que comprar, pero no añadió nada sobre la fregona.

Relleno el cubo con un poco de agua, como cuando veo vacío el depósito del hámster. Un reflejo automático para el que no hace falta pensar. Solo actuar. Me gusta el ruido cambiante del agua al caer conforme el cubo se va llenando. Lo corto al llegar a la mitad y vuelvo con él junto a la fregona.

Cojo el palo de la fregona y la sumerjo en el cubo. Al instante, las rígidas láminas de fettuccine se convierten en las amarillas hojas de un alga. La agito dentro del agua para ver cómo se mueve. Poco a poco se me va quitando la sed.  

lunes, 28 de julio de 2014

El simio mileurista




El simio mileurista : Hasta hoy, el obelisco dorado de Calatrava en Madrid servía para recordarme esa época en la que para unos pocos fue muy fácil encontrar catorce millones y medio de euros con los que levantar un proyecto como éste. Dar una vuelta alrededor de la glorieta que preside, ausente el componente estético, siempre me ha hecho sentir además como un simios mileurista frente al monolito de la riqueza de otro mundo, recordándome claramente mi sitio frente a él.

Pero también los objetos como éste tienen asegurado su momento útil, como el reloj parado que es (las láminas cubiertas de oro que lo forman debían moverse, pero el mecanismo es tan caro que nunca lo he visto en funcionamiento). Esta mañana doy con la que quizás sea la única forma de apreciarlo: verlo conforme subo por las escaleras mecánicas del metro de Plaza de Castilla en el momento en el que el sol desciende por sus láminas doradas. Sólo entonces, por primera vez en muchos años, consigue atraer mi atención para enfrentarme a él de otra manera. Me olvido de lo que costó, de que no funciona, de que soy un simio. De hecho, lamento que las escaleras no asciendan más despacio.

Puedo concederle entonces algo de valor estético, pero creo que ya es tarde para él. Ya que el obelisco no ha conseguido que nos elevemos en su contemplación, el Ayuntamiento de Madrid lo ha degradado para dejarlo a nuestro nivel : ha reducido su valor a 100.000 euros y lo considera chatarra. Por lo menos, queda el consuelo de que creer que es ahora, roto su vínculo con el pasado al ser tasado a precio real, cuando podemos hacerlo nuestro cada vez que lo veamos subiendo desde el metro.

domingo, 27 de julio de 2014

Este árbol ya tiene dueño




Este árbol ya tiene dueño : Siempre había visto el árbol desde lejos porque su imagen, en lo alto de una colina que después caía suavemente hasta la carretera donde estaba, me parecía suficiente. Hacía entonces un par de fotos como quien saluda a un conocido y seguía.

Pero hoy quedamos en el bar del pueblo y, mientras los demás piden botellines, yo voy rellenando y vaciando mi copa con el vino de una frasca que me dejan al lado, junto a las rabas que me traen, que admiten que no pruebe la oreja pero no que me quede sin comer. Como estoy atento a la conversación (una cuenta que se marcha tres semanas a Argentina, otro nos detalla el miedo que tenían los mecánicos del coche de Felipe VI a que se parara en el recorrido de su coronación), mi mano derecha me sirve una copa y me la lleva a los labios, me sirve una copa y me la lleva a los labios. Y así. Cuidado con los vinos que os llegan sin etiqueta. Cuidado con las rabas. Cuidado con las conversaciones interesantes.

De vuelta por el camino, ya  no me conformo con las dos fotografías desde la distancia. Esta vez me digo que ha llegado el momento de subir por la colina y hacerle una fotografía al árbol después de tocarlo. No importa que no lleve el calzado más adecuado ni que me duela un poco la cabeza ni que haga un sol que obliga a los girasoles a mirar al suelo. Empiezo a caminar hasta el árbol siguiendo un recorrido algo sinuoso, que es la distancia más corta cuando hay alcohol. El sol se entretiene conmigo, el único elemento que se mueve a estas horas. Los tallos de trigo, segados y duros, se me van clavando cuando no presto atención. La boca se me llena de un aire denso y caliente. Frente a todas estas oposiciones, el poder de la frasca, que me anima a seguir andando hasta llegar al árbol. Si no es hoy, no va a ser nunca, me digo. Y continúo hasta que llego junto al tronco. Al posar la mano se levanta una pequeña nube de moscas que parecen reprocharme que las haya molestado. Paso la mano por el tronco para reclamarlo. Por fin. 

sábado, 26 de julio de 2014

La fiesta cambia de plaza



La fiesta cambia de plaza : Junto al supermercado en el que las mujeres siguen vaciando sus monederos al pagar para acercarle una a una las monedas a la cajera con el índice, está el muro en el que se anunciaban las corridas de toros de la zona. El Facebook de antes del Facebook. Me gustaba leer los nombres de los toreros por si aparecía alguno que continuase con la dinastía de dos con los que coincidí en el colegio: ver que los demás construían su historia contribuía a añadir algo a la mía. Una vez reconocí uno de esos apellidos, pero desde entonces los toreros me han resultado tan desconocidos que he acabado por pasar al lado sin prestarle atención. Quizás esa falta de interés no sea cosa solo mía: ahora el muro está cubierto con los anuncios de la II Edición de la Fiesta Orgullo LGTB. La mujer empuja la última moneda y la cajera, tras recogerlas, le pregunta cómo le van las cosas.

viernes, 25 de julio de 2014

De camino a la ciudad venenosa




De camino a la ciudad venenosa : El verano es buen momento para leer novela negra porque igual que el cuerpo se calma al tenerlo tumbado bajo el sol, la cabeza también se tranquiliza con estas historias en las que un tipo es capaz de descubrir la verdad y pillar al malvado.

Luego depende de cada uno elegir el tipo de libro que se lleva consigo. En un extremo estaría el detective que es capaz de hacer su trabajo sin mover una taza de su sitio. En el otro, el que es contratado no para dar con un asesino (cosa que se quita de encima en las primeras páginas), sino para limpiar una ciudad : un cubo, una fregona y a sacarle brillo.

Que en la estación de servicio vea ese cubo lleno de agua con un cepillo dentro es señal de que empezar hoy con “Cosecha roja” es una decisión acertada. Un hombre frente a una ciudad, Personville, más conocida como Poisonville :

“No era bonita. La mayor parte de los constructores habían buscado la ostentación. Puede que la lograran al principio. Mas luego los altos hornos, cuyas chimeneas de ladrillo se erguían al sur contra una tétrica montaña, habían dado a todo una suciedad uniforme, amarillenta y ahumada. El resultado era una fea ciudad de cuarenta mil habitantes, situada en un vallejo entre dos feos montes, todo ello envilecido por las minas. Desplegado sobre el conjunto se veía un cielo sucio que dijérase haber salido de las chimeneas de los altos hornos”

Protegerse del sol bajo la sombra de un árbol y empezar a leer para creer que ahí afuera todavía hay tipos que hacen así su trabajo. 

jueves, 24 de julio de 2014

Un insulto de los de antes




Un insulto de los de antes : Encima del telefonillo hay una pintada en la que llaman hijo de puta a alguien identificado por su mote. Al aludido no debe importarle mucho porque no ha hecho ningún intento por tachar el nombre o modificarlo: tal vez hasta le guste verlo ahí para recordar el motivo que provocó ese mensaje y  lucirlo como los pilotos de Fórmula 1 con su publicidad.
.
Creo que todo habría cambiado si delante del mote hubieran escrito una arroba. En ese momento toda la historia habría quedado expuesta para cualquiera que quisiera profundizar un poco más en las redes por las causas del insulto. En mi caso, un insulto escrito en mayúsculas, con buena letra y centrado, que clava al edificio en el barrio como una raíz, es motivo más que suficiente para saber más no sobre el que lo provocó, sino sobre el que lo escribió.

miércoles, 23 de julio de 2014

Protegidos bajo tierra




Protegidos bajo tierra : Las sombras son tan contundentes a esta hora de la tarde que, sin darme cuenta, rodeo la que proyectan dos papeleras en la calle. Después de hacerlo pienso que desde fuera podría interpretarse como una manía para evitar la mala suerte. La explicación es más sencilla: la camisa de mangas largas se me pega al cuerpo y toda mi atención está en evitar cualquier cosa que tenga que ver con el calor y en encontrar una boca de metro en la que meterme y en donde no me sorprendería nada encontrarme con más gente sentada en los andenes protegiéndose de un sol que, después de envolver la ciudad en un silencio caliente, la reclama para sí.

martes, 22 de julio de 2014

Mensaje a los guionistas de puntada pequeña




Mensaje a los guionistas de puntada pequeña : Vemos los últimos capítulos de la cuarta temporada de Juego de Tronos con una botella de “Peña del valle”, que podría ser el nombre de otra de las familias de la historia. Aunque siempre hemos preferido disfrutar de las temporadas poco a poco, el cerrar la cuarta de Juego de Tronos en apenas una semana nos ha ayudado a apreciarla mejor y descubrir esos matices que surgen cuando se calma la urgencia por la historia.

Creo que la calidad de la obra se la dan, sobre todo, esas escenas aparentemente prescindibles (una noche del Perro y Arya Stark en la granja de unos campesinos) que aportan poco a la historia pero mucho a los personajes. Mientras unos guionistas cosen la narración usando espadas, otros se sirven de pequeñas agujas. Es, reconociendo el trabajo de esos últimos, como vamos apurando la botella de vino hasta que, al final, termina vacía. Metemos dentro un mensaje de ánimo a los guionistas de puntada pequeña y lanzamos la botella detrás de ese barco en el que se aleja la pequeña Stark para que no desfallezcan.  

lunes, 21 de julio de 2014

Una recomendable dosis de catastrofismo




Una recomendable dosis de catastrofismo : Siempre que veo un plato con salmón en la mesa me acuerdo del libro “Por qué el mundo está a punto de hacerse más pequeño”, de Jeff Rubin, donde el autor utiliza el salmón como un ejemplo de los lujos que tendremos que abandonar cuando el precio del petróleo empiece a subir y ya no sea rentable su traslado y su consumo. El libro está repleto de argumentos y de cifras sobre la inevitable línea decreciente de extracción, lo que hizo que, desde que lo leí, no deje de fijarme en el silencio que rodea todo lo relativo a la producción de petróleo y a la evolución de su precio, de la que apenas se dice nada.

Lo positivo de leer libros tan negativos es que cada vez que, como hoy, veo un plato con salmón en la mesa, sé valorarlo. Acepto las teorías catastrofistas precisamente porque ayudan a sacarle más placer a las cosas. Salmón para cenar. Y una botella de Prius para acompañarlo. Para que el placer fuera perfecto, debería haberme leído antes alguna proyección sobre la desaparición de las bodegas, o la mala calidad futura de la uva o la previsible falta de rendimiento de su elaboración. Del futuro de George R. R. Martin no digo nada porque ya sé qué le respondió a los fans que le recomendaron que se cuidara para que pudiera terminar la saga de Juego de Tronos de la que hoy vemos los capítulos 5 a 7 de la cuarta temporada. Salmón. Vino. Traiciones. 

domingo, 20 de julio de 2014

Una velada de series



Una velada de series : El corcho de la botella es de silicona de color rojo y presenta los trazos de un rostro grabados en negro. Al abrir la botella y llevarla al salón no me fijo muy bien en esa cara, pero cuando, cuatro episodios más tarde de Juego de Tronos, vuelvo con ella vacía a la cocina, me quedo mirándola. Ahora parece que tiene una sonrisa de lado. Los ojos no tienen pupila. En la barbilla se sugiere un pequeño triángulo de pelo, cuidado. Y en la cabeza se pueden ver los dibujos de lo que puede interpretarse como dos pequeños cuernos. Se trata, lo sé, de una lectura condicionada por muchos factores porque ese mismo rostro aparece en la etiqueta con fondo blanco y resulta más amigable, de acuerdo. Pero ahora ese corcho parece haber abierto no solo una botella, sino una historia que podría asomarse en un capítulo piloto si no delegara tanto la imaginación en los demás.

sábado, 19 de julio de 2014

La primera lenteja lunar



La primera lenteja lunar : Lucía trae del campamento un brick cortado por la mitad relleno de tierra y del que asoma un pequeño tallo verde. Del mismo autobús bajaban niñas con otros bricks rebosantes de vida, capaces de cubrir la superficie de la luna con un par de ellos. Le cojo cariño al pequeño tallo verde. Es que son lentejas, me dice, y las lentejas no me gustan. Que sí que lo ha regado, claro, pero no mucho. La pobre lenteja superviviente lo ha tenido todo en contra, pero aun así ha hecho el esfuerzo de asomarse. Si nadie ha hablado de la voluntad de la lenteja en algún curso de coaching es que no saben lo principal y la gente está pagando dinero por información de segunda mano. Yo sí sé lo que tengo entre manos, así que todas las mañanas palpo la tierra para ver si está húmeda y en cuanto la noto seca la riego abundantemente. Después contemplo el tallo de la lenteja para que me inspire. Sólo se me ocurren frases extrañas como “una lenteja no hace plato” y cosas así. Tal vez está lenteja esté un poco descentrada. No voy a culparla sabiendo todo por lo que ha pasado. Espero que no sea nada que no se pueda solucionar con cariño, agua y tiempo. Hoy, como estoy solo, ración doble de todo. Delante de la lenteja solo bebo vino para que no crea que la voy a dejar sin agua. Mi plan es lograr su recuperación y después ponerme en contacto con la NASA para decirles que otras niñas habrán trabajado la cantidad con sus lentejas, pero que nosotros nos hemos centrado en la calidad y que podemos ofrecerles la primera lenteja capaz de vivir en la superficie de la luna. A los de la NASA les irá más lo de comenzar por mazorcas para que los próximos astronautas se puedan hacer unas palomitas, pero en cuanto sepan la historia de esta lenteja en particular cambiarán de opinión, me la quitarán de las manos y en un par de años saldrá una serie en HBO. De varias temporadas. El piloto, ya lo estoy viendo, comienza con unos cuantos autobuses que regresan de un campamento con niñas cantando en sus asientos y maletas repletas de ropa sucia en la parte de abajo.

viernes, 18 de julio de 2014

La próxima será la crepe perfecta



La próxima será la crepe perfecta : En el puesto de las crepes te preparan al instante la que pidas. Encima de una base redonda, el repostero vierte con un pequeño cazo una mezcla que después extiende con una pequeña paleta hasta cubrirla. Cuando un lado está listo, lo gira para que se haga el otro. Como es el único sitio del mercado donde comprar algo dulce, hay gente esperando. Al darle la vuelta a la crepe, ve algo que no le gusta y la aparta en un plato que tiene al lado. Cualquiera de nosotros habría aceptado feliz esa crepe que no ha dado por buena. Coge el cazo, lo sumerge en un recipiente de plástico y vuelve a echar la mezcla otra vez. Repite los mismos gestos sin prisas, como si estuviera solo. En la cola permanecemos inmóviles y ordenados, como los cubiertos de plástico que hay en una caja. Atentos.

jueves, 17 de julio de 2014

Una medalla a los que no toman lechuga




Una medalla a los que no toman lechuga : A Lucía le gusta que en la caja de su hamburguesa peguen un círculo rojo para señalar que se trata de una orden especial. Parece una medalla con la que se reconociera el valor a los que tienen las ideas claras: SINLechuga. La de Daniel y la mía son normales, del montón, relegándonos al batallón de los que aceptan las hamburguesas como son y no dan problemas en la línea de preparación de los pedidos.

A mí también me gustaría que me hubieran puesto la medalla de la hamburguesa normal. Gracias a los que no ponemos pegas, se les puede prestar atención a los que acuden con sus peculiaridades porque son una excepción. Si todos tuviéramos nuestra pequeña manía, el empleado perdería unos cuantos segundos en confirmar la excepción en el pedido, en leer qué tiene que eliminar de la hamburguesa, en cambiar su rutina al distribuir los elementos, en coger la pegatina y en añadir a la caja el pedido para que no se perdiera entre los demás. Eso, multiplicado por los millones de hamburguesas que se sirven en el mundo, es mucho tiempo. Una amenaza para la cotización de las acciones de la empresa.

Pero los que no nos quejamos no existimos. Como no hay nadie más a quien exponerle mis argumentos, miro fijamente a Lucía para que los lea en mis ojos.

-¿Qué?
-Nada.  

miércoles, 16 de julio de 2014

El lento vuelo de las cigüeñas



El lento vuelo de las cigüeñas : Desde las viñas de la pequeña bodega se veía a lo alto la iglesia que ahora tengo a mi espalda. Entre bodega e iglesia, el Duero, haciendo un meandro que se puede seguir en este punto elevado. Ya se sabe que a las viñas se les reservan las tierras más secas para que den mejores uvas, por lo que no suele ser corriente ver tanta agua cerca de una de ellas. En el terreno próximo al río, un tractor va removiendo la tierra, seguido por unas cigüeñas que lo sobrevuelan tratando de encontrar algo que comer. Es lo único que se mueve en la escena. El Duero parece detenido. También las uvas, todavía pequeñas, en sus racimos.

martes, 15 de julio de 2014

Las capas del verano




Las capas del verano : Los días de verano se van acumulando uno encima de otro como las toallas que veo en el dormitorio, otra vez limpias y dispuestas. Esta vez  el montón está completo porque los mellizos no han estado por casa. Es fácil identificar a quién corresponde cada una de las toallas.

Entre las toallas de playa están las que usamos diariamente para la ducha. Habría que sacarlas y dejarlas en el hueco que tenemos para ellas en el armario del cuarto de baño. Siendo rigurosos, habría que, sí, pero ahora están bien todas juntas. No hay que correr: ya llegará el momento de devolver las de playa a su lugar bajo la cama y las otras a su armario.            

O no. No vendría mal dejar una toalla de playa en el armario del baño para desplegarla cuando vuelva a anochecer pronto como una bandera del verano con la que honrar a los días de sol.

lunes, 14 de julio de 2014

El testamento de la tarántula


El testamento de la tarántula : En la sala dedicada a la naturaleza misteriosa del zoo, Daniel y su primo juegan a encontrar dónde se esconde cada animal en su pequeño hábitat. Yo les sigo, leyendo las explicaciones que ellos se saltan por si hubiera algún dato que fuera interesante y pudiera compartir. Si me paso con la información, puedo ser como esos frenos mal ajustados de las bicicletas que se agarran a las ruedas, así que trato de ser selectivo. Pero mis temores desaparecen:  al cabo de dos o tres comentarios veo que van tan adelantados que no merece la pena hacerles venir.

Sigo con lo mío: trato de juzgar el trabajo de los redactores desde un punto de vista literario. No sólo si lo que escriben es relevante sino si lo hacen de forma interesante. Y este juego tiene cierto parecido con el de los dos primos porque, entre las palabras de los textos, también se esconde alguna sorpresa si se les dedica el tiempo suficiente. Y hay muchas.

De todos ellas, uno de mis textos favoritos es el dedicado a la Aphonopelma seemani, una tarántula.

“Depredadoras por excelencia, todas las arañas son carnívoras sin excepción pero también sirven de alimento para otros animales, incluyendo al hombre. Algunas especies de grandes tarántulas sirven de alimento para las larvas de determinadas avispas que con el fin de inyectar su veneno paralizante, libran una asombrosa batalla con la araña. Ésta, inmobilizada, será llevada hasta la guarida de la avispa que pondrá sus huevos entre el pelo de la víctima. Las larvas que nazcan tendrán carne fresca de que alimentarse”

Me gusta que, al dedicarle la mayoría del texto a la avispa que acaba con la tarántula, el redactor parezca mostrar, sin complejos, su poca simpatía por la propia tarántula de la que debería hablar, deteniéndose en el episodio en el que se describe su muerte humillante, dolorosa.          

Pero siendo interesante ese supuesto posicionamiento en contra de la pobre Aphonopelma seemani, lo que definitivamente muestra al redactor (o redactora), que hasta entonces ha hecho poco por esconderse como los demás bajo la supuesta imparcialidad científica, es ese “inmobilizada” que aparece en el texto. En un primer momento la tomo únicamente como una sorprendente falta de ortografía, pero poco después cambio de opinión y la veo como un elegante detalle de la redactora (o redactor) con el lector. Al encontrarse con esta falta, el lector frena su lectura y nota un pinchazo semejante al que siente la araña con el aguijón paralizante de la avispa. Es el instante en el que el lector se convierte en tarántula y entiende que el texto es una advertencia: aunque te creas una tarántula poderosa y protegida desde ese otro lado del cristal, estás rodeado de avispas que solo te valorarán por lo que puedan sacar de ti.

El texto escrito por una tarántula experimentada. 

domingo, 13 de julio de 2014

En ausencia de líderes




En ausencia de líderes : Donde el resto de la semana vería una calavera en la pared y un texto animando a una rebeldía de puntos suspensivos, hoy identifico una medusa de tentáculos gruesos y lo que puede ser el mensaje que no dejan de escribir con sus lacios movimientos en el agua: como si no hubiese mañana... . Quizás el gran hallazgo de las medusas sea el de vivir en un largo e inmutable domingo desde que nacen hasta que mueren.

Después sigo el paseo sin rumbo, abandonado a una falta de objetivos que me lleva de una calle a otra. Creo que, por esa ausencia de metas, ningún líder, o militar, o deportista o artista, elegiría a una medusa como símbolo. Pero cómo no convertirse en una de ellas cuando por fin se empieza a nadar rodeado de tanto domingo.

sábado, 12 de julio de 2014

La habitación 302




La habitación 302 : Asomarse al pequeño balcón es, a primera hora, una forma casi perfecta de sumergirse en una mañana de julio en Madrid: el seguimiento al azar del paseo tranquilo de alguien por la Cava Baja, el doble tirón del dueño a la cadena de la bicicleta recién atada a un poste, el golpe de las puertas del camión de reparto al cerrarse, las sombras del forjado del balcón perfiladas en mis pies descalzos, las palabras limpias de una conversación,  los antebrazos sobre el borde metálico y el sol sobre todo esto, reinando entre los tejados y obligando a los relojes a obedecer su ritmo.

A la habitación 302 también llega el olor a madera ardiendo del horno de un asador cercano, abriendo un hueco al otoño a través del olfato. El contraste retrasa aún más el momento de abandonar este balcón. 

viernes, 11 de julio de 2014

Continuaremos enredados en las cosas




Continuaremos enredados en las cosas : Solo la desaparición del que recuerda supone la muerte definitiva. Mientras tanto, pueden darse casualidades como ésta: que en una cena mi crema tenga apio, que tanto le gustaba a mi padre, y que en las crudités de María incluyan unos rábanos que mi padre habría disfrutado con un poco de mantequilla salada. Es una velada tranquila, ajenos a los relojes, la que me permite ser consciente de detalles como estos. Con la misma levedad con la que ha venido, se marcha. 

jueves, 10 de julio de 2014

La copa de vino tinto que salvó al mundo




La copa de vino tinto que salvó al mundo : El dependiente de la barra agarra la botella con una mano y la aprieta con cuidado. Demasiado caliente. De una cubitera en la que flotan tranquilamente unos hielos saca otra y repite el mismo gesto. Demasiado fría. Espera que le diga algo que salve su honor. Que cambio por un blanco, por ejemplo. Pero permanezco en silencio por una cuestión de estética (me gusta cómo llena el espacio una copa de tinto) y de principios (me parece que el blanco atrae conversaciones más superficiales). Sigue un silencio incómodo que se extiende por todo el mercado, como ese momento de equilibrio en la pelea entre dos superhéroes cuya energía, al chocar, va arrasando con el mundo al dispersarse. Para salvar al mundo se acerca un encargado que propone una solución: dado el calor que hace, podría llevarme dos copas de vino frío y esperar a que se vayan calentando. Es una tarde agradable y nos espera una cena con amigos, así que puedo ceder para evitar que Madrid desaparezca. Me llevo dos copas de vino frío a la mesa que tenemos junto a la ventana. Damos dos sorbos y nos quedamos en silencio: la conversación tiene que esperar a que el vino se caliente. Miramos a la gente que pasa por la calle sin sospechar lo cerca que ha estado de su final. 

miércoles, 9 de julio de 2014

Elfos de ciudad




Elfos de ciudad : En el centro Fernando Fernán Gómez, con motivo de la celebración del PHotoEspaña 2014, se expone, entre una serie de trabajos olvidé apenas salí, el Bego Antón, una fotógrafa que se marchó a Islandia a retratar a una serie de personas que creían en los elfos. Según se cuenta en las explicaciones, allí es fácil encontrarse con alguien que asegure que tiene la capacidad de verlos.

Me hubiera gustado que una serie con ese toque de humor se hubiera realizado en Madrid. No solo por el reclamo publicitario de vender la ciudad como el lugar que los elfos eligen para vivir, lo que sería un argumento original para intentar otra vez ser sede olímpica, sino porque eso me haría más fácil creer en ellos. Me vuelvo un poco escéptico con estas manifestaciones de lo sobrenatural que solo se producen en ciertos lugares, a ciertas horas, bajo determinadas circunstancias lunares. Si lo sobrenatural existe, también debería tener su propia spin-off en esa serie de elfos que, atraídos por los rumores, por la curiosidad, o por cierto cansancio por lo bucólico y pastoril, deciden emigrar a una gran ciudad y conocer mundo.

Reconozco que, de entrada, Madrid tal vez no sea el mejor de los destinos para los elfos, pero tampoco conviene descartarla. Estoy seguro de que, con el tiempo, encontrarían dónde vivir y, ya establecidos, podrían manifestarse al vendedores de castañas de la Plaza de España, al que controla la entrada en el Bernabéu, al que conduce un autobús de la línea 42, a la que entrega hamburguesas en el McDonald´s de Plaza Norte, a la que hace las camas en una planta del hospital de Moncloa, a la que empuja el carrito de una anciana por la calle Fuencarral o a la que te mira fijamente al bajar por Montera. Al que vive en Islandia, ya le basta con ese paisaje y con los discos de Björk para alcanzar en poco tiempo un nivel místico que a los de Madrid nos puede llevar toda una vida vislumbrar: que los elfos se pasen para echarnos una mano.

Y si, a pesar de esa buena energía que se les supone, la ciudad a veces se les cae encima y sienten la tentación de volver a Islandia, a lo suyo, sea lo que sea, siempre pueden subirse a la terraza del bar de copas que hay en la Plaza de la Luna y, con los pies metidos en la piscina de agua tranquilas, relajarse y recuperar algo de optimismo viendo cómo atardece. Puede que para ellos no sea gran cosa, pero para los demás supone uno de esos momentos en los que, de acercarse una fotógrafa a nosotros, seríamos capaces, con una copa en la mano, de hablarle de cualquier presencia sobre la que nos interrogara. 

martes, 8 de julio de 2014

Hígado de oca brasileña




Hígado de oca brasileña : Antes de que terminemos de servir el vino en todas las copas, Alemania le mete cuatro goles a Brasil : les damos la vuelta a los móviles cada vez que salta una alarma y celebramos la distancia en el marcador porque los ocho que estamos en la mesa vamos con Alemania, por europea.

Nos gusta que el 1-7 final quede asociado a esta reunión anual y que nos sirva para recordarla. Lo tomamos como un reconocimiento externo a la importancia de este rito entre amigos. Alemania sacrifica al ganso por nosotros y en su hígado brasileño ve esos siete goles como una señal de que seguiremos viéndonos más años, de que las cosas nos irán bien, de que habrá buenas cosechas, de que las plagas se mantendrán alejadas, de que la naturaleza seguirá mansa, de que las guerras no se acercarán a las fronteras, de que se desarrollarán las artes, de que la tecnología avanzará, de que los gobernantes serán sabios y justos, de que habrá trabajo para todos, de que veremos muchos más mundiales en los que la selección española podrá hacernos olvidar el bochorno de este año.

Lo conveniente habría sido pedir unas cervezas para agradecer el esfuerzo germano, pero ahí no cedemos porque nuestra vinculación con Alemania no es lo suficientemente fuerte como para dejar el vino. Esta noche, un Finca Resalso 2013. 

lunes, 7 de julio de 2014

Dos chicas alargan el día charlando




Dos chicas alargan el día charlando : Me gusta tener una copa de vino en la mesa. Que sea de noche. Que bajo la luz de las farolas dos chicas alarguen el día charlando entre dos coches aparcados. Que nosotros tampoco tengamos prisa. Que nuestra conversación salte de un tema a otro porque la confianza elimina cualquier barrera. Que pinchemos directamente del plato de los huevos rotos. Que estemos pendientes de que las copas no se queden vacías. Que haya una pequeña brisa que se lleve una y otra vez las servilletas de papel. Que el camarero asienta rápidamente cuando señalo la copa. Que las dos chicas se rían a la vez y echen la espalda hacia atrás. Que la luz de las farolas defienda su territorio. Que los móviles estén bocabajo en la mesa y así continúen. Que el plato de calamares sea abundante. Que a ninguno de los dos nos guste echarles limón por encima. Que las mesas sean de plástico. Que una niña de la mesa de al lado coja la comida de su plato con el índice y el pulgar. Que en casa me espere una novela negra (“Los hombres te han hecho mal”) con un protagonista, Lascano, que me está gustando. Que el resto de las mesas estén ocupadas. Que alguien pase lentamente en bicicleta por la acera mirándonos a los que estamos sentados. Que el camarero no deje caer una gota al servir el vino. Que no sepamos qué hora es y no giremos el móvil para saberlo. Que sigamos hablando. Que Lascano tenga a punto una buena conversación con otro policía :

“Me hacés cagar de risa, Lascano. La risa es salud. El resto me lo tengo que conseguir yo. Es un trabajo abnegado. No te hagas el vivo, vos sabés muy bien de dónde sale la plata. Nunca tuve una comisaría. De la calle, Lascano, de la calle. No somos muy distintos de los delincuentes a los que perseguimos. Venimos del mismo lugar, tenemos las mismas necesidades, pensamos de manera similar. No somos unos santos, eso lo sabés muy bien. Yo suponía que estábamos en guerra con el crimen”

“Los hombres te han hecho mal” : Ernesto Mallo - Página 70

domingo, 6 de julio de 2014

La hora de cierre del cementerio




La hora de cierre del cementerio : Descubrimos al llegar que el cementerio cierra a las ocho, lo que nos deja diez minutos de visita. Pensaba que los cementerios estarían disponibles a cualquier hora, sobre todo de noche, que es cuando uno puede atrapar esa idea que se le venía escapando y expresarla con las palabras que durante el día desecha por poco prácticas para compartirlas con algún fallecido y así cerrar algún tema pendiente que ate o corte, definitivamente, una relación. Ciertas conversaciones solo se pueden tener con la luna como testigo.

Pero lo que yo piense se enfrenta al estatuto de los trabajadores del sector de los cementerios, que habrá establecido, con buen criterio, que los asalariados adscritos al mismo tengan sus horas de descanso. Y frente al estatuto de los trabajadores, la literatura y las imágenes bajo la luna poco tienen que decir. El resultado es que, exponga lo que exponga, la puerta que normalmente da acceso a los coches a la zona de las tumbas está cerrada y así va  a permanecer hasta mañana.

Podríamos ir corriendo a la tumba de mi padre y dejarle las flores que llevamos en el pequeño tiesto metálico con la economía de movimientos y de tiempo que el banderillero emplea en su faena frente al toro. Pero esa rapidez no encaja bien con la concepción del tiempo que emana de la hierba que cubre la ladera. Aquí todo debe hacerse despacio y despacio habría que quitar las antiguas flores a las que el sol les ha borrado el color, despacio habría que cambiarlas por las nuevas, despacio habría que limpiar la lápida, despacio habría que dejar unas cuantas frases que también sustituyan a las que dijimos la última vez.

Desde la puerta cerrada le deseamos un feliz cumpleaños. Mañana estaremos aquí mucho antes. Tal vez no nos reproche que nos retrasemos un día porque ahora su forma de experimentar el tiempo sea totalmente distinta. O tal vez sí y por eso, como una señal, hoy me haya encontrado en el Rastro con una mujer que llevaba una calavera impresa en la parte de atrás de su camiseta. Una calavera que estaba ahí no para hacerle una foto, sino para advertirme que con los muertos, sobre todo con ellos, las cosas no deben dejarse para el final, donde marca la memoria su frontera.  

sábado, 5 de julio de 2014

El carrito de alta velocidad




El carrito de alta velocidad : Ahora que los mellizos no están en casa, desaparece la necesidad de llenar el carrito. Esta mañana puedo recorrer el Mercadona sin hacer las paradas acostumbradas: el cercanías de otros sábados se ha convertido en un AVE que solo se detiene en la caja. Experimento de nuevo la velocidad de hace unos años pero pierdo la posibilidad de observar esas estaciones en las que apenas hay un par de personas esperando en el andén, un vagón en la vía, dos relojes que se llevan unos minutos.

viernes, 4 de julio de 2014

Lecciones gratis de coaching



Lecciones gratis de coaching : Por la verja que rodea una comunidad, vigilada por cámaras de seguridad, asoman unas ramas. Los huecos por los que se cuelan son mínimos, pero está claro que las plantas no se preguntan : ¿merece la pena el esfuerzo?, ¿para qué invertir esta energía si somos seres mortales?, ¿acaso vamos a recibir alguna reconocimiento por intentarlo?, ¿quién estará aquí para contarlo?. WTF. Daniel y yo pasamos despacio: él está cansado porque ha dado un buen paseo con la bicicleta para estrenarla; yo estoy cansado porque le he seguido caminando para darle un par de consejos sobre los cambios de marchas y las cuestas. Pasamos junto a estas plantas y hago que Daniel se fije en ellas. Nos paramos unos segundos porque la imagen merece la pena. La voluntad, la voluntad, la voluntad, que parece que esté por encima de nuestras preguntas y nuestras respuestas: si somos incapaces de acertar con las preguntas, lo extraño es que nos dejemos dirigir por las respuestas. Después de lecciones como ésta me sorprende que los vegetarianos no se hagan carnívoros.

jueves, 3 de julio de 2014

También los marcianos pierden en la prórroga




También los marcianos pierden en la prórroga : No sé si los de Coca-Cola tendrán entre sus estadísticas una relación de las películas que más sed provocan para favorecer su emisión siempre que sea posible. De existir, deberían añadir, sin pensarlo, “Al filo del mañana”, la película protagonizada por Tom Cruise y (spolier) un marciano alfa escondido en la que se cuenta la historia de un soldado que obtiene el poder de resucitar cada vez que es abatido para así poder encontrar la mejor manera de abarcar con una invasión alienígena. Una especia de prórroga a lo bestia, como las que le conceden al Madrid para que se pueda llevar la Décima en el minuto noventa y tres (a estas alturas, esto no debería ser ya un spoiler).

La idea me gusta porque defiende a todos los que sospechamos que, muchas veces, entre todas las opciones que se presentan en la vida, ninguna es buena, solo una es la menos mala. A Tom Cruise le lleva muchas resurrecciones aprender esto y (spoiler) encontrar la solución al acertijo que plantean los invasores y eso acaba provocando mucha sed: las continuas muertes y nacimientos convierten lo narrado en un único párrafo de letra menuda y sin puntos y aparte que deja la lengua seca, como esas obras maestras editadas en libros minúsculos que puedes llevar en el bolso por si surge alguna urgencia de la que te pueda sacar “Guerra y Paz”. Atrapados en la película, el vaso de Coca-Cola no es solo la manera obvia de refrescarse, sino una forma de romper, con cada sorbo, esta angustia del eterno retorno de la que los marcianos, lectores y practicantes de Nietzsche,  echan mano para vencer, por agotamiento, al que se les ponga por delante. Espectadores incluidos.

Es la primera vez en el cine que no sobra nada en el vaso cuando se encienden las luces. La primera vez, también, que todo el dinero gastado me parece bien empleado. La primera en la que doy por bueno el final por el simple hecho de que haya uno.

miércoles, 2 de julio de 2014

El Paleolítico del siglo XXI



El Paleolítico del siglo XXI : La información en las primeras salas del Museo Arqueológico Nacional es tan densa (Daniel se empeña en anotar lo que le parece relevante en su cuaderno) que después de un par de horas no hemos salido de la Edad del Bronce. Decidimos entonces seguir disfrutando del día por la zona de la calle Fuencarral. Cruzamos un Chueca que se está preparando para las fiestas colocando cintas de colores sobre las calles. Comemos unas brochetas en el mercado de San Ildefonso. Cotilleamos entre los saldos que la editorial de fotografía Taschen ofrece en una pequeña tienda. Entramos en la librería Tipos Infames, donde compramos un bestiario y me tomo un vino. Durante todo este rato, Daniel me pide que le vaya haciendo preguntas sobre lo que hemos visto esta mañana, como si quisiera evitar que la fuerza de lo presente consiga disolver lo que hemos aprendido. Gracias a este ejercicio, todo lo que nos vamos encontrando adquiere un tono nuevo de saturación: el efecto de un buen museo no se nota al entrar, sino al salir. Y es al bajar por una calle cuando descubrimos que tal vez el impulso creador que expresamos todavía conserve ciertos rasgos del Paleolítico: de esos diseños realizados sobre huesos, armas, bastones o espátulas, al dibujo de una gran calavera que nos encontramos sobre una puerta metálica.

martes, 1 de julio de 2014

No hay mejor mascota




No hay mejor mascota : Al final del pasillo se llega a un pequeño patio luminoso con varias mesas y sillas de madera, todas diferentes. Somos los primeros y dejo que los mellizos elijan la que más les guste. La carta es pequeña y la descripción de cada plato tiene algo sugerente para diferenciarse de los demás locales que no están de moda.

Mis tacos de atún vienen acompañados por unas judías verdes con pelusilla. La pariente noble de las judías que en casa tengo en tarros de cristal, lo que ahora me hace sentir como un profesor loco experimentando con verduras. No es bueno que las judías estén encerradas. Después vienen unos segundos de culpabilidad. Después, otros de duda : ¿me las como?

En apenas media hora, el pequeño patio va llenándose de gente. A nuestra izquierda, una pareja empieza a fumar y a hablar de poesía. ¿A ti que te llega de un poema?. A mí la música del lenguaje. Y a mí, pienso, vuestro humo, cabrones, ese ingrediente con el que no había contado en mi comida. Siempre me fascina la despreocupación del fumador con su humo, evidente aún más en un restaurante. Mi equilibrio interior está a punto de venirse abajo cuando regreso a mi plato, a  mis judías con pelo: las acaricio ligeramente y la tensión desaparece.

Pero en otra mesa se abre un frente nuevo. La más habladora del grupo les traduce a sus dos compañeras el menú al inglés. A gritos va añadiendo comentarios sobre lo típico que es todo con un acento inglés con el que yo utilizaría un cuaderno y un bolígrafo para expresarme. Ella comparte sus mal aprovechadas clases con la generosidad con las que los fumadores de al lado extienden el humo. Esta segunda línea también supone una amenaza para una comida que iba muy bien. Mis dedos vuelven a buscar la piel de las judías y a cambio de nuevas caricias ellas me devuelven al estado inicial en el que sólo estábamos nosotros tres y el sol y el menú.

Sigo acariciándolas. Ya sé que no me las voy a comer porque nadie hace eso con sus mascotas.